Este Orisha conforma una armonía espiritual junto a otras cinco: Aleye (Dador de la Vida), Alanú (Dador de la Gracia), Olare (El Dador de la Compasión), Elemí (Dador del Aliento) y Ogá-Ogó (El Dador de la Gloria y el Honor). Addakedayo domina a estos cinco, porque él es la Justicia Divina, quien determina la correcta justicia entre Dios, los hombres y viceversa.
Es hijo de Aggayú según algunos Oyó, pero la realidad es que no le pertenece a nadie y es un Orisha aparte con un culto aparte. Según la leyenda, Addakedayo (que deviene de Addá- machete) velaba porque la palabra de Oloddumare se cumpliese a cabalidad y a él recurrían las personas clamando Justicia, Addakedayo era el único que por gracia de Oloddumare sabía discernir la veracidad de las peticiones y si verdaderamente eran justas sus peticiones; de igual manera, cuando Olofin envió el fin de los tiempos y los seres humanos pedían clemencia, Addakedayo reclamó a Olofin, diciendo que no era justo que como Padre matara a sus hijos, quien los había creado era él, y no era justo ahora quitarles la vida de una manera tan cruel; Olofin entró en razón, agradeció a Addakedayo su consejo y el diluvio terminó.
Oshosi, nuestro Orisha de la caza es el ejecutor de Addakedayo y de ahí que en Cuba se mezclase su culto; cuando un ser humano quebranta las leyes divinas, no las humanas, merece ser corregido; las leyes de Dios son aquellas que recogen los Patakí; ser buenos, honestos, religiosos, no mentir... son casi iguales a las del catolicismo. Cuando hay delitos de sangre le corresponde a Addakedayo determinar cuál será su castigo, entregarlo a los hombres para ser juzgado le corresponde a Oshosi, quien “caza”al infractor y lo pone tras las rejas. De igual manera, tenga usted por seguro que Oshosi igualmente le encontrará y dará ejecución a lo que Addakedayo ha determinado en los cielos, Oshosi con su flecha mágica le va a encontrar, en su flecha viaja esa sentencia y se cumple. Todos los Orishas han respetado la palabra de Addakedayo.
Muchos dirán que no tiene caso poseer Addakedayo, pues Oggán, Ogbón y Ogboni hacen la misma función, y esto es un error. Como venimos diciendo desde el comienzo Oggán, Ogbón y Ogboni trabajan con Odduduwa y Obbatalá, Addakedayo es de Oloddumare; Ogbón y Ogboni interpretan una ley, se encargan de darle forma, crear leyes y juzgar a los hombres, esa ley que ellos interpretan podría ser justa o no... Una cosa es la ley de este mundo y otra muy distinta es la justicia de este mundo. Un iguoro o ser humano puede ser juzgado y ese juicio puede ser justo o no; eso que sucederá con cada individuo es justicia, y por tanto ahí es donde Addakedayo impera.
Addakedayo lleva dos manos de diloggún, una queda en su sopera y la otra en Obbatalá, ¿Por qué en Obbatalá?, porque si somos juzgados por el consejo, ese consejo debe tener una ley, pero una ley justa ante los ojos de Dios, por tanto, si poseemos Oggán, Ogbón y Ogboni, los cuales se lavan con Obbatalá, Addakedayo no sería menos en este culto. Cabe notar que lleva dos manos de diloggún, la que habla es la suya y la que no habla va dentro de Obbatalá, y esto es porque Obbatalá debe ejecutar la Justicia que Addakedayo le da mediante su consejo (Oggán, Ogbón y Ogboni). La dimensión de Addakedayo es infinita, pues es la Justicia en este Mundo, mientras los demás poseen una demarcación más reducida en la resolución de conflictos; un ejemplo clásico es cuando una deidad lucha por la cabeza de un individuo, no se ponen de acuerdo en la determinación del Ángel Guardián, se invoca a Obbatalá para que hable y este pone los asuntos en claro mediante su consejo; este acto queda en Obbatalá, no en otras dimensiones. Cuando un Orisha pone a prueba un omó, y este pasa trabajos, se invoca a Addakedayo si se cree que no es justo y queda de este dilucidar si es justo o no. Y debo aclarar entonces lo que hablé en el primer punto, que Addakedayo no es de nadie y se impone en todo, y si se lava con Obbatalá es porque por una cabeza solo puede hacer justicia el mismo que la creó, Babá y a esa cabeza solo la pueden defender Oggán, Ogbón y Ogboni.
CEREMONIA:
Lleva dos manos de diloggún y sus ewes de Ozain llevan muchas hierbas de Oloddumare, Olofin y Obbatalá, hay quien le pone anís dada su relación con Oshosi, pero es de Addakedayo realmente, el número de ataré es número de 8.
Terminado esto se lava una mano de dilogún y se lanza, la otra se mete directamente en Obbatalá, solo come plumas y come palomas, aunque hay casas que le dan gallina, lo mejor siempre es ofrecerle eyelé fun fun, pues es el animal que siempre come Obbatalá, y aunque representan el dinero, también son el reinado y es el único animal de plumas que sirve para sacrificar que posee la capacidad de volar; fíjese bien, Oshosi también lleva aves en su culto. La paloma fue el animal que Obbatalá escogió para traer y llevar la ley del cielo a la tierra, cuando se sacrifica su eyé es tan pura que va directo a Olofin, a explicar que se buscó amparo y salvación en la tierra; porque la Tiñosa, Ibú Ikolé, hace la misma acción, pero para las Iyamí, ella es quien informa a las madres ancestrales los hechizos y obras que sus hijos hacen en la tierra; es una bruja que va por todo el cielo observando y recibiendo la putrefacción de los Ebbó, pues solo come animales y cosas muertas; sin embargo, la paloma de noche no puede volar, pues ella se guía por los rayos del sol, que es el ojo de Olorun.
Durante el lavatorio se comienzan con tres cantos de Obbatalá y se finaliza con tres de Oshosi.
La otá de Addakedayo es blanca o verdosa pulida, más bien redonda y aplanada, su collar es 32 cuentas agua y cuatro verdes, sus herramientas son: 1 sombrilla a la que cuelga un hacha, un machete, un sol, una luna, 1 serpiente, 1 libro, 1 pauyé y una flecha. También lleva por fuera una escalera forrada de diloggún y una balanza, en su interior lleva un pauyé y un libro.
Debe vivir en alto, más alto que el mismo Obbatalá en una sopera que debe ser verde y blanca o en un cofre de metal pequeño.
Al recibir este Orisha se adquiere una nueva forma de vida, mas responsable, tratando de ser lo más justo posible para con nuestros semejantes, y sobre todo y más importante no sentenciar a nadie a forma de juicio o realizar deliberadamente sentencias que perjudiquen a otros ni echar maldiciones porque aunque usted tenga la Justicia Divina ésta la hará con cualquiera, más aún, quien la posea es quien primero debe temer de realizar estos actos. Eso que vemos hoy de “Fulano hizo tal cosa, ya verás que le va a pasar esto y aquello” y es que usted no sabe si esa persona delante de Oloddumare es culpable o no, debe pagar o no...
Cuando usted desee que llegue la Justicia Divina para con sus enemigos invoque a Obbatalá y a su consejo con una igba de Saraekó, explique lo que se ha hecho y luego haga lo mismo con Addakedayo y verá que la Justicia Divina llegará.
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